En múltiples oportunidades vamos generando acciones de las cuales, por supuesto, esperamos ciertos resultados. El ideal sería efectuar dichas acciones sin quedarnos pegados en la espera de su resultado, en el entendido de que una vez realizadas ya no dependen de nosotros. Analicemos y reflexionemos acerca de esto y veamos cuanto nos afecta esto que realizamos casi en la cotidianeidad.
Ejemplifiquemos a través de estos casos:
Caso 1: La esposa sale tarde del trabajo y, considerando que su marido está en casa, se forma la expectativa de que él ordenará las habitaciones en su ausencia; llega a casa y él está inmerso en la tv viendo su serial favorita. ¿Qué sentimientos se generan en ella?
Caso 2: El esposo espera con ansias la llegada del fin de semana para asistir con su mujer a ver la actuación de su equipo deportivo favorito y compra las entradas preferenciales. Llega a casa y al contarle el panorama a su mujer esta le indica que el fin de semana recibirán visitas, justo a la hora del encuentro deportivo. ¿Qué sentimientos se generan en el?
Caso 3: Los padres esperan ansiosos la llegada del hijo que se encuentra estudiando fuera de la ciudad. Debido al largo tiempo de ausencia se hacen ideas y planes pensando en el compartir que tendrán durante su permanencia. El hijo llega y pasa gran parte del tiempo con sus amistades y fuera de casa. ¿Qué sentimientos se generan en ellos?
A estas alturas el lector ya se habrá dado cuenta que podríamos enumerar gran cantidad de casos y hasta quizás alguno de estos, aquí presentados, lo haya vivido. Bueno, cada una de estas acciones que no se concretaron las conoceremos como EXPECTATIVAS.
Ahora bien, en cada caso he planteado la interrogante de qué sentimiento se habrá generado. Y he usado el término sentimiento, no reacción ante la situación, considerando como "reacción" a una actitud inmediata y de corto plazo. Quiero usar el término "sentimiento" pues deseo llevarlo a un plano más profundo, algo más duradero, algo que sentimos en forma mucho más interna, no visceral como una reacción.
Pues bien, ya vimos que las expectativas planteadas no se cumplieron, por lo tanto, produjeron una emoción negativa que llamamos FRUSTRACIÓN. Sin embargo viene al caso detenernos un poco en este aspecto.
Establezcamos que expectiva es la posibilidad o deseo de que se cumpla algo. Esto funciona perfectamente desde el punto de vista de quien se hace la expectativa. Pero preguntémonos, ¿la contraparte sabía de nuestra expectativa? Creo no equivocarme al afirmar que prácticamente el 100% no sabía acerca de las expectativas puestas sobre ellos. Entonces, ¿con qué base objetiva esperamos que se cumpla aquello que deseamos? Y, profundizando un poco más, ¿bajo qué predicamento nos damos el derecho de que otra persona deba cumplir con nuestros deseos, además, sin tener conocimiento de aquéllos?.
Sin duda esto de las expectativas son un aspecto muy común en nuestras vidas, en nuestra cotidianeidad, y no es erróneo pensar que quizás gran parte de nuestras aspiraciones las basamos más bien en expectativas más que en hechos concretos.
En el plano actual y aprovechando este período de crisis sanitaria que estamos viviendo, a nivel mundial, hay voces que están hablando de que saliendo de esto el mundo será distinto, que nos veremos de una manera distinta, que seremos otros porque algo habremos aprendido de esta situación. Este buen deseo, más que un objetivo es una gran expectativa, que se puede convertir en una gran frustración y sufrimiento si al termino de la crisis nos percatamos de que nada ha cambiado. Y ¿por qué? Porque no estamos diciendo: yo voy a hacer tal cosa para aportar al cambio o yo cambiaré tal actitud para apoyar el cambio... sino más bien estamos pensando en los otros, el mundo, como si al decirlo no estuviera dentro de él.
Mencionaba que esta falta de cumplimiento de las expectativas termina provocando un fuerte sentimiento de frustración y ya, a estas alturas, esto se puede convertir en algo peligroso para la sanidad de la vida física y mental, porque esta frustración nos conduce directamente, sin mucho tránsito, al SUFRIMIENTO.
Establezcamos que gran parte de nuestra vida la dedicamos a tener felicidad, bajo ningún punto de vista buscamos el sufrimiento y, lo aquí tratado nos está dejando al descubierto una nueva forma de llevarlo a nosotros y, por consiguiente, alejarnos de la felicidad.
Receta mágica? Obviamente no la hay. Pero si te puedes ayudar practicando lo siguiente: No te formes expectativas frente a las cosas que hagas o que desees. Ayúdate y ayuda a cumplirlas convirtiéndolas en objetivos o metas, es decir, transformar las aspiraciones en algo concreto. Recuerda que la contraparte no sabrá de ellas si tu no las expresas. Así estarás alejando de tu corazón y mente las emociones negativas provocadas por la frustración y el sufrimiento y, por ende, agregando pequeñas gotas de felicidad a tu vida y que, de seguro, también se esparcirá a quienes te rodean.
Rompe el ciclo expectativa - frustración - sufrimiento.
Tenlo presente... practícalo.... Llévalo en tu mente... guárdalo en tu corazón.
Konchok Sherab
En múltiples oportunidades vamos gene...